Desde
la Asociación “PISTO ECOLÓGICO”,
queremos hacer pública nuestra repulsa ante el acuerdo político de traer a la
provincia de Cuenca el Cementerio Nuclear más grande de España.
Pisto
es una asociación que recoge 40 familias conquenses, alrededor de 150
comensales, unidos para apoyar en la medida de nuestras posibilidades, la
agricultura y ganadería ecológica de la provincia de Cuenca. En Pisto, creemos en el derecho de alimentarnos con
productos que no perjudiquen nuestra salud, ni al medio ambiente. Los
productos que consumimos a través de esta asociación, están generados sin
químicos y son prinipalmente locales y de temporada.
Nuestro
fin principal era generar una demanda de productos ecológicos en Cuenca, para
que existiera una oferta en la provincia. Es por nosotros y muchos otros que
entienden la importancia de la alimentación saludable, que nuestros productores
se metieron en la aventura de la agricultura y la ganadería respetuosa. Y es
por ellos, y por nosotros mismos, por los que hemos decidido hacer público
nuestro descontento.
Nuestros
productores no son entes difusos ni desconocidos camuflados en marcas
comerciales, sino que se llaman Antonio, Ana, Ángel, Mario, Xesco, Mar ía… y además de generar para nosotros los mejores
productos alimenticios, son nuestros amigos. Todos ellos verán afectada la actividad
que alimenta a nuestras 40 familias porque les resultará imposible producir
alimentos sanos teniendo muy cerca las instalaciones del ATC. Todos ellos, y
muchos otros, perderán su trabajo en pos del progreso que algunos políticos
intentan meter con calzador en nuestra provincia.

Señores
políticos, desde Pisto entendemos que esto que ustedes están haciendo es
hipotecar el futuro de una provincia. De la misma forma que el sonido no se
mide en metros, la peligrosidad no se puede medir en euros.
Les
pedimos que dejen de mirar a otro lado para poder creerse la patraña del
consenso social.
Y
sobre todo les pedimos que empiecen a invertir en I+D para alimentar a España
de energías renovables, en lugar de seguir bailando al son de los lobbys
nucleares, poniendo en peligro todo aquello que prometieron proteger.
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